Capítulo I. N




Su alma tallada en rojo paseaba por mi firme lanza. Sus ojos eclipsaron y su alma, ahora desnuda, escapaba a borbotones de su inerte cuerpo. El sol nos zambullía entre sus brazos, otorgando ceguera y abrasando la piel de los presentes. Se podía  percibir el miedo de aquellos que fueron pagados por estar allí en el momento. Sus filos, practicaban un nervioso baile desorganizado y sus escudos, se zarandeaban al mismo son. Los pensamientos de aquellos miserables navegaban por el más aterrador infierno, abrumados por el desastre del que iban a formar parte. Sumergidos en una marea de miedo y arrepentimiento.

Capítulo II. A




El gran mercado se alzaba esplendoroso. Engullía las cotidianas charlas de los centenares de personas que se esforzaban por cumplir con el sino de sus vidas, poniendo en práctica los más que prehistóricos monólogos, donde demostraban interés en las vidas por las que no pagarían un gramo de trigo. El enemigo saludando al enemigo, deseándose suerte respectivamente, tendiéndose y estrechándose la mano. La socialización mataba su dignidad, la sociedad los mataba.

Capítulo III. D



En el silencio solo se escuchaba el cantar de las golondrinas, miré a mi alrededor donde todo era verde… y miel. Ella me observaba desde la cercanía, parecía analizarme. Su cabello caía como una cascada hasta llegar a la cintura. Resaltaban, en mis pensamientos, sus finos labios por los que conjuraba en un idioma todavía por conocer.

Capítulo IV. E



Llegó el día en el que mi corazón dejaría de latir, en el que el miedo vivía en mí como nunca antes lo había hecho, pues ahora tenía algo que perder. Podía perderla a Ella.
Así fue como, tras yacer con Ella por última vez, me despedí con lágrimas en mis ojos. Tilenia me suplicaba que no la abandonase, usó hasta el último medio para hacerme saber su incomprensión ante lo que iba a hacer, pues ya no lo necesitaba. Estaba en lo cierto.

Capítulo V. I



-¿Quién eres tú, que me aleja de la oscuridad y me da un mundo lleno de amor?-. Le preguntaba con la mirada mientras me devolvía la sonrisa más perfecta jamás formada-.