Capítulo V. I



-¿Quién eres tú, que me aleja de la oscuridad y me da un mundo lleno de amor?-. Le preguntaba con la mirada mientras me devolvía la sonrisa más perfecta jamás formada-. ¿Cómo has podido cambiar mi mundo de esta forma?-. cuestionaba sin esperar más respuesta que sus suaves caricias, caricias que ya eran algo más, caricias con las que recorríamos todo nuestro cuerpo, caricias de un fuerte sentimiento que surgía en nuestros corazones y se expresaba en nuestros sentidos. El lastre de aquellas antiguas ideas de venganza y muerte eran ahora sustituidas únicamente por sentimientos de puro amor hacia Ella.

Había perdido la cuenta de las lunas. Ya no pensaba en los días que faltaban para separarme de Tilenia en la lucha por el objetivo que antaño deseaba ver cumplir. Pero tenía que completar la promesa que a Gross le realicé, debía de hacerlo. Ese día, aquel momento en el que mis dedos sientan la ausencia del tacto de su extenso cabello, aquel momento en el que mis ojos ya no puedan observar el milagro de vivir, pasaría a vivir un infierno.

Tilenia, el fuego que alimentaba mi vida. La musa que guiaba mi alma. Ella era la persona con la que adoraba pasar todo el tiempo. Mi amiga a la que amaba. Era mi compañera de vida.